Parpadeo: la gracia de la mirada

 

Los ojos, cuando están relajados, parpadean de forma suave, fácil y frecuente. Pero cuando hay tensión, el parpadeo tiende a espaciarse y a hacerse de forma que los párpados se esfuerzan demasiado. Esto se da junto a la mirada fija: parpadear menos de lo normal es un aviso, una señal de que estamos fijando la mirada y fijar la mirada conduce a mala visión. Cuando los párpados están tensos y relativamente inmóviles, los ojos están igual. Por eso es tan importante recuperar el hábito del parpadeo frecuente – cada tres/cinco segundos es lo normal para un ojo con buena visión- y suave. Parpadear a lo largo del día ayuda a los ojos a mantenerse relajados y sin tensión.

Practicar el parpadeo de forma consciente para que se transforme en un hábito inconsciente (las personas con defecto de refracción han de recuperar este hábito fundamental que el ojo con visión normal realiza de forma inconsciente).

“El parpadeo es necesario para mantener una visión normal. Cuando no se parpadea lo suficiente, el ojo se cansa y la visión se empeora” (Dr. Bates. Better Eyesight Magazine, december 1925)

El parpadeo fomenta y es fomentado por el movimiento de los ojos y el movimiento fomenta la relajación. Por otro lado, no olvidemos la respiración: la respiración abdominal natural es relajante, y la relajación es uno de los principios más importantes para recuperar la visión natural.

Para practicar el hábito del parpadeo:

1.- Tomar conciencia. Para ser conscientes de si estamos parpadeando con demasiado esfuerzo, apoyamos ligeramente los dedos sobre las cejas y parpadeamos. Si notamos que se mueven las cejas, estamos involucrando demasiados músculos al parpadear (únicamente debemos involucrar el elevador del párpado y de forma suave). Igualmente, apoyamos ligeramente los dedos en el extremo externo de la órbita (donde la sien) y parpadeamos. No debemos notar movimientos en esta zona.

2.- Masaje. Con los ojos cerrados, nos masajeamos ligeramente las cejas, pasando suavemente los dedos por las cejas, desde la zona de la nariz, hacia la sien. Con esto estamos masajeando la parte superior de la órbita del ojo. Y también, si queremos, pasamos los dedos por la parte inferior de la órbita. Respiramos profundo mientras.

3.- Alas de mariposa. Cerramos los ojos. Respiramos unas cuantas veces profundamente, vaciando bien los pulmones, observando dónde va nuestra respiración (si va al abdomen, al pecho… observamos, sencillamente). Una vez que sentimos que respiramos sosegadamente, cogemos aire de nuevo con los ojos cerrados y al soltarlo, muy suavemente, parpadeamos varias veces rápido, como si nuestros párpados fuesen alas de mariposa, no pesan, se abren y cierran sin esfuerzo, muy livianos.

Imaginamos que todo el trabajo de parpadeo lo hacen las pestañas (así aligeramos los párpados . No tratamos de ver nada, simplemente disfrutamos del movimiento de nuestros párpados. No es necesario abrir mucho los ojos, un poco es suficiente, sin esfuerzo… Lo hacemos unas cinco/seis respiraciones profundas y cerramos los ojos. Descansamos. Observamos ¿cómo nos sentimos? ¿cómo están los ojos? ¿los sentimos ligeros? Cuanto más ligeros, más circulación sanguínea, más salud.

4.- Parpadeo inverso. Normalmente, estamos con ojos abiertos, y los cerramos un instante al parpadear, y es un instante de oscuridad que descansa el ojo y regenera los pigmentos de la retina. Ahora, lo que vamos a hacer es, estar con los ojos cerrados y abrirlos un instante muy corto y volverlos a cerrar. Respiración profunda, sin prisas, relajada. Tenemos la mayor parte del tiempo los ojos cerrados y los abrimos instantes, como si el parpadeo fuese abrir los ojos. Así, hacemos como flashes, miramos algo, y rápidamente pero sin tensión, suave, cerramos los ojos y lo recordamos en la mente. Esto lo podemos hacer cuando miramos el optotipo, con las letras, o mirando cualquier cosa a nuestro alrededor.

 

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